martes, 13 de diciembre de 2011

Te podría matar, pero no hago favores.

Deberíamos mutar todos.
El día que te conocí olvide todas las fechas. Los días rojos que celebraba en mi calendario mental murieron poco a poco. Ocupaste todo  espacio mental, te extendiste en cada neurona y no había más, no necesite más.
Pronto todo debió morir, con la violencia de los días, con la sangre que estorbaba al ritual, pronto nos enamoramos sólo de la sensación hostil de dos cuerpos. No sé, todo dejo de tener sentido. Se alteraron los días negros.
La verdad es que sí, siempre pensé en como debías morir, que más daba, yo ya estaba muerta, lo único realmente interesante hubiera sido verte morir, sólo para divertirme con el charco de sangre que iba a dejar el hoyo en tu cabeza, no, no pienses que te quería perforar el corazón, eso es demasiado cursi.
Tal y como lo pediste, llevo puesto el vestido rojo, ese con el que me imaginaste muerta. Estuve planeando la forma en que debo decirte que pronto morirás, es algo nuevo para mí, tantas veces insististe en que podría matarte, que hoy que estoy dispuesta a hacerlo, no sé qué decirte.
Estoy completamente feliz, por fin podré cumplir uno de tus deseos. La muerte debe ser lo más violenta posible, a tu gusto, la sangre debe manchar esa tela blanca que sobrevivió de nuestro último encuentro, nada del pasado debe salvarse del dolor, del dolor de perderte, y sólo por petición propia.
Sé que estás contento al fin va a pasar; el rencor que dijiste sentir se acabará pronto.
Vamos, deberías de sonreír, te estoy haciendo un favor.
Ah claro, no puedes hacerlo, pero la mordaza en la  boca, también fue idea tuya. 


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