sábado, 13 de noviembre de 2010

TE TOCA BEBER A TI



Esto es ahora, el después vendrá después, no sé ni como, ni en donde, pero sé que vendrá, así ha pasado siempre.
Día martes, otro día martes, como el de todas las semanas, como el de todos los meses y años, levantarte absurdamente con los ojos llenos de lagañas, saliva en tu almohada y aún con más ganas de dormir. La habitación callada, entristecida por el martes, agobiada de ver el bulto en la cama todavía a  las doce del día, ver cómo aquel bulto humano agoniza solo por  dolores del alma.
¿Sabes  guardar un secreto? Supongo que alguna vez has tenido uno….
En mi familia existe una leyenda, fácil de creerse, mamá dice que si comes chocolate por la noche no podrás dormir y ahora ya puedo creerle, ahora es la una y media de la mañana y no tengo sueño.
Eustaquia es de esas mujeres que se creen lo que no son, de esas que aseguran no tener problemas y un segundo después sólo alardean de los millones de problemas semanales, de esas que no tienen matices pues sólo parecen ser extremistas.
La historia hablaba de fantasmas y de hadas envenenadas, de enanos suicidas y de gusanos mutantes, sí,  la historia de Eustaquia era una sin final feliz, ¿Por qué todas las princesas deben vivir felices para siempre? Eso no se vale, sólo más mentiras alimentando la mente de pequeños.
Era extraño aceptar la situación pero Eustaquia ya no tenía alcohol en el cuerpo, y es que ella siempre bebía de más, decía que para olvidar sus penas, que así lo había aprendido de Frida Kahlo y chávela Vargas, que esas eran mujeres. Comenzó a beber sin aparente razón, primero fue por que el Estado estaba ya muy jodido con tanto narcotráfico y ejercito jugando a la guerrita, matando sin sentido, así tal cual juego de niños, luego dijo que bebía por que el salario mísero apenas si le daba para un mezcal de ocho pesitos, medio kilo de huevo y dos panes y eso para una semana, después aseguro que bebía por qué no tenía un amor, por las noticias mentirosas de la tv, por los accidentes de los borrachos, por la sangre del piso propiedad de estudiantes golpeados por policías, por la contaminación del aire, del suelo y de la mente, Eustaquia tenía muchos pretextos para beber y todos eran a simple vista razonables, la pregunta era: ¿beber los resolvería?
Eso qué más da ahora, ella está bailando, baila la música que sale de su interior, la que sólo ella escucha, se mueve con el mareo, menea su cuerpo con el vaivén de ideas atravesadas, inconclusas, atropelladas, esta alcoholizada, otra vez quiere olvidar, pero, es triste, no ha olvidado, las lágrimas se escurren en su rostro y grita y grita y no puede gritar, se cae, vomita, se levanta, camina, se va, se acuesta, bebe más, ya no bebe, ya no hay alcohol, los ocho pesos se han consumido.
¿Qué le habrá pasado a Eustaquia? Desde hace tres semanas que no bebe, que no se mueve, sólo está mirando las nubes, toma agua y mordisquea un bolillo duro, no parece triste, no parece que le falte amor, aun sonríe, aun hay brillo en sus ojos, dice ella que no bebe porque ya no tiene pretextos, pero aquí aun pasan muchas cosas, cada vez está más cabrón, más de todo, más violencia, más muerte, más sangre, más mentiras, más venganza, más ir y venir en pendejadas, más matar familias, más narcisos, más presumidos poderosos, menos seguridad, menos armonía, menos paz, menos de lo todo lo bueno, Eustaquia ya no lo ve, ya no bebe, ahora anda feliz en su mundo, yo le he preguntado que como le hizo para dejar de ver tanta pendejada de la sociedad,  del mundo, de todo, pero ella ya no me contesta, ya no me habla, la última vez que lo hizo me grito : “lárgate”, pues si lo hice, nunca me había gritado y me asusto, pero ahora que me acerco a ella no dice ni pio, antes hablaba mucho y decía cosas muy bonitas, hasta se aventaba sus cuentos de hadas estilo basura urbana, declamaba poemas y en ese estado de ebriedad le salía de poca, su voz se hacía más de locutora de radio y también cantaba, nombre, era muy bueno tener una amiga borracha, me divertía, pasaba buen rato riéndome, ella me divertía con sus babosadas.
Ahora ya no me rio, ya me duele mi realidad, no hay quien me diga que algo vale la pena, al menos ella decía: ps si te sale está bien, sino ni te apures tú sólo ríete, si te enojas menos te sale…                           con eso estaba bueno para pasar un buen día, pero que va, ahora me jode ver el smog, ver tanto carro, escuchar tanto pitido, ni ganas de salir de la cama.
Ya van tres semanas que no salgo de mi cama, Eustaquia se fue de la vecindad, se fue a Chiapas a enseñarles a leer a los niños de la sierra, se fue a compartir sus tres años de kínder, seis de primaria, tres de secundaria y tres de prepa, dejo de beber y se olvido de mí. Ni sé si sabía que existía.
Ya ni me acuerdo de cuál es mi nombre, sólo tenía ganas de hacer algo hoy y escribí esta historia, aquí desde mi cama, sí esta es mi cama, aquí la vida es mas cómoda que allá afuera, yo creo que ahora me toca beber a mí…