jueves, 17 de marzo de 2011

PARA LA ENAJENACIÓN DEL TUYYO. (junto)






Te esperé cada uno de todos mis días, te esperé, mientras tú me olvidabas, mientras sólo recordabas el precipicio en el que caí, en el que caí y en el que te arrastre.

Te pensé cada uno de todos mis días, cada uno de ellos, cada uno de todos, de ninguno y hasta hoy me doy cuenta, que no hablabas de mí, hablabas de ella, con ella, para ella, nada que recuperar.

“M” agredió tu figura, “M” te desvaneció, tal vez me hizo un favor o provocó una de las más grandes pesadillas.

No sé. 

Te busqué cada segundo, entre toda esta gente, entre todo el olvido y la soledad, te busqué en sus ojos, te busqué en sus piernas, en sus tobillos desnudos.

Te soñé cada noche de cada día y cada día de cada noche, al revés y al derecho, te soñé y no eras tú, estaba vacío mi sueño, pero yo te sentía ahí,  al lado de la nada que se extendía, sin querer, sin ser, sin nada. 

Te necesité cada exhalación y cada inhalación, te necesité y tú no estabas, te fuiste, me quemaste, me ataste, me destruiste, sin tu voz, sin tus manos, sin nada, sólo lo hiciste, no importo que te extrañara.

No supiste lo que hiciste.

Ya lo sé, que no te burlasté, que así fuisté, que así eres y así serás, pero yo, yo no encuentro el camino, la salida, la paz.

Estas aquí y estas allá, a donde quiera que vaya.

Ya no me atormenta la visión de encontrarte,  ahora sólo me aterra no poder hablarte. En alguna ocasión, en una sirena, en un avión, en el bus, el tranvía o el limbo.

Ella, ella, ya se borró, ya no me provoca mareas, sí, sé que no te importa, a mí no me importa, no me interesa, ya no, tú no, tú sí, todo tú, todo.

Desde arriba hasta abajo, del centro hacia los lados, de la espalda al pecho. Del cabello, al dedo pequeño de tu pie izquierdo.

Te recuerdo, así como has sido nunca, porque ya sabes que nunca es para siempre. El siempre que me torturó, que te provocó correcciones para conmigo, qué más da, sí, lo da todo.
 
Pienso mucho en ti, en realidad pienso mucho, racionalizo de más, esa fue tu herencia.

Me agrada no poder marcarte, sino tu celular tendría llamadas perdidas cada 2.5 segundos.

Me alegra verte pasar a lo lejos, aún estás vivo y no te ves nada mal. No tengo nada que desearte, ni bueno, ni malo, pero tengo la certeza que te ira de bien, te lo mereces.

Aunque más que merecerlo, luchas por ello.

Mis felicitaciones a todos los seres del mundo que te han amado, a los que te aman y te amaran. Yo me incluyo en las tres.

Gracias, por seguir vivo, por enseñarme todos los días algo nuevo de todo esto que sucedió.

Y sí, tal vez sólo sea un ladrillo más en la pared, un mal jarabe para la tos, o una "novia perfecta que te odia", una culera, demás, demás, pero que se le va a hacer, soy humana, la más imperfecta que se atravesó en tu camino.

Soy una canica en tu cabeza, que nada más está ahí para molestar y hacer ruidos, que sólo sirven para desconcentrar.

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